EL DEBATE ENTRE LA PROHIBICIÓN Y EL USO
Desde que los móviles entraron en nuestras vidas su uso se ha incrementado exponencialmente, facilitándonos tareas, información y la comunicación con nuestras personas más cercanas. Pero esa potencialidad también ha llegado a los más pequeños, abriéndoles un mundo que sin el debido control puede perjudicar seriamente su desarrollo. Si bien los televisores y luego los ordenadores abrieron a las generaciones anteriores el mundo de lo digital, restando a la familia, educadores y amigos el espacio para abrir horizontes y contrastar ideas, el mundo de los móviles o de los dispositivos personales genera un espacio privado en el que la navegación sin control traslada mensajes que pueden ser confusos para esas mentes que están en fase de desarrollo.
Esa nueva realidad ha alertado a la sociedad y a las instituciones, planteando soluciones para ese nuevo reto. Desde el ámbito de las Autoridades de protección de datos se está trabajando en conseguir limitaciones en el uso de los móviles por los más pequeños, empezando por difundir unas pautas que ayuden a las madres y padres a gestionar su uso.
Entre los consejos se indica la necesidad de pautar su entrega, explicando al menor que existen peligros en las redes ajenos a sus vivencias cotidianas, debiendo ser crítico entre la información recibida y el grado de veracidad de la misma. Pero todos sabemos que la explicación no es suficiente, siendo necesario establecer pautas en cuanto a su uso, horas de utilización y habilitación/bloqueo de aplicaciones y contenidos web que no sean adecuados para su edad.
Todas esas medidas no sustituyen su posterior control mediante un interés no impostado respecto a las conversaciones que mantienen, las personas con las que chatean o los videos que envían y reciben. Para ellos puede ser natural, pero para las personas mayores es obligado saber qué hacen con los dispositivos.
En todo caso, una actividad familiar pautada y sin uso de dispositivos puede ser tan gratificante como las conversaciones centradas en obligaciones, prohibiciones y deberes, por lo que además de centrarnos en lo negativo, es bueno crear espacios seguros y de disfrute fuera de lo electrónico.